Transportes Hernández y Sanjurjo

Una vez más, tengo que repetir aquello de más vale llegar tarde que nunca.
Llevo dos meses disfrutando y completamente enganchado a los dos trabajos de Transportes Hernández y Sanjurjo, proyecto paralelo minimalista de Julián (Siniestro Total) Hernández y Rómulo Sanjurjo
Un EP más un LP editados hace ya años por Discos de Freno, repletos de canciones aparentemente sencillas en la forma pero ricas en fondo, con sonidos acústicos que van desde el blues al folk pasando por rancheras y sobre todo zydeco, mucho zydeco, gracias el acordeón de Rómulo.

El EP Privilegios de tener una ocupación inútil (2002) arranca con La marquesa no nos quiere, suerte de canción infantil Qué tendrá la marquesa en versión porno. Sigue con Cualquier trapito que te quitas ('te sienta tan bien'), canción de amor que desemboca en sadomaso. Tú y tu cero siete reclama desde el punto de vista del nativo la ayuda para el tercer mundo con ritmos africanos. Esto nunca fue mejor es una melancólica balada sobre la agitada vida nocturna del roquero. En Bestilleiro un heavy panadeiro va con la furgoneta repartiendo pan, pan, pan, pan, pan. Nunca pidas una bigmac en el Burger King habla por si misma sobre la coherencia de nuestros actos. Remata Aleluya Europa, una crítica al europeismo ciego y cazurro.

En Vista Alegre (2006) empiezan hanciendo el indio, literalmente, con A ti ya te gustaría hacer el indio Margarita. Continúa con la deliciosa Madre Fango, una de mis favoritas del disco: una añoranza del caldo primigenio del que partimos y rezo a la involución. Muy apropiada en este año Centenario de Darwin como contrapunto su teoría de la evolución de las especies. ¡Involucionemos!




Consumo infantil es otra cancioncilla de patio de colegio sobre la violencia entre los pequeños y las armas en las aulas. Le sigue Llevadme a un bar, gloriosa canción borrachuza con una frase de esas para poner en un epitafio: 'Llevadme a un bar, necesito beber hasta la sobriedad'. La fuerza del amor, breve inserto con un romántico mantra: 'Fíjate si te quiero que cada vez que te vas me duele un huevo' (no sé si es más divertida tomada en sentido figurado o literal :) . La cosa se pone más seria con el trasfondo político de Encenderé mi vela y Ámame soy un liberal, una corrosiva sátira sobre liberales y progres de boquilla.




Remata el disco una obra maestra absoluta titulada La luz al final del túnel: un pedazo de canción de 13 minutos sin apenas estribillo que en diversos actos narra un viaje de ida y vuelta al más allá, discurriendo con suavidad entre temas espinosos como el suicidio, la eutanasia y la vida después de la muerte, todo ello aderezado con el humor de Julián, como cuando el protagonista de la historia ve a lo lejos una luz y se dice 'Eso es un bar, y si no ya verás tú'.


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